jueves, 21 de agosto de 2014

Rinconcitos de la Bal de Chistau

Panorámica desde la Cruz de Puyadase
Hace tres meses os hablamos en un artículo sobre él, pero siempre es un buen momento para volver a escribir sobre el valle de Chistau. Os dimos a conocer el valle de forma general, pero siempre quedan lugares que describir de forma más extensa.

Para nosotros, los pequeños detalles son los que hacen recordar de una manera diferente nuestros viajes y, por ello, hoy os mostramos varios de esos rinconcitos que pasan desapercibidos para la mayoría por resultar desconocidos y que merece la pena conocer para llevarnos un agradable recuerdo de los mismos.

Merendero Cruz de Puyadase
El primero de ellos se encuentra en Chistén y es el merendero llamado Cruz de Puyadase. De acceso fácil por pista señalizada y situado a un par de kilómetros del pueblo, es un lugar donde gozaremos de una bonita panorámica de la cabecera de la Bal de Chistau y la Sierra de Chía.

Panorámica en la que abundan las bordas, como las de la Poma, hoy la mayoría ya en desuso, pero que otorgan al paisaje un encanto especial. Al sur y abajo divisamos San Chuan de Plan y su Cabo Lugá o Barrio Alto y la carretera de acceso a Chistén. Un mirador que pasa desapercibido fácilmente si no se conoce.

El merendero está adaptado para personas con movilidad reducida. Encontramos varias mesas y bancos de piedra para comer, además de una pequeña y restaurada caseta con chimenea donde se pueden realizar barbacoas en los periodos en los que la normativa lo permite. Un buen lugar donde pasar un día en familia.

Bordas de Biadós
Descendiendo de Chistén hacia San Chuan de Plan y tomando a la izquierda una pista señalizada llegaremos a nuestro segundo lugar con encanto, las bordas de Biadós. Tras 10 kilómetros de pista en buen estado (unos 30 minutos) llegaremos al Refugio de Viadós (1760 metros), desde donde la panorámica es de postal. Frente a nosotros, la cara oeste del macizo del Posets, formada por los tresmiles Veteranos, Gemelos, Espadas, los Eristes y el nombrado Posets, entre otros y la verde llanura donde se ubican las famosas bordas.

Lugar de inicio de múltiples rutas y ascensiones, el Refugio consta de múltiples servicios y tiene una capacidad de 70 personas. Abierto desde Semana Santa hasta septiembre, es utilizado por un gran número de montañeros. Si lo tuyo no son las grandes caminatas, basta con darse una vuelta por su entorno y disfrutar de este privilegiado lugar.

Basa la Mora
Ya de vuelta, ascenderemos al lugar más famoso del valle, el ibón de Plan o Basa la Mora. Para ello, nos dirigimos al pueblo de Saravillo. Tras coger el ticket (pago de 3€ en verano), ascendemos por pista en buen estado gracias a los últimos trabajos de mantenimiento, y llegaremos en unos 40 minutos al Refugio de Lavasar, donde aparcamos e iniciamos el sendero de 20 minutos a pie hasta la Basa.

Como es lógico, en agosto la Basa se encuentra algo baja de nivel, lo que no le resta encanto. Eso sí, recomendamos subir en primavera y al atardecer, puesto que las últimas luces del día se reflejan en el agua dando un aliciente extra al fotógrafo.

Mirador de Lavasar
Si la Basa te ha cautivado, también lo hará el Mirador de Lavasar. Las vistas que desde él se divisan son impresionantes. Plan, San Chuan y Chistén y toda la cabecera del valle desde lo alto. Una maravilla y todo un descubrimiento.

Estos fueron los lugares que descubrimos en nuestro último viaje al valle. Detalles que hacen que cada vez estemos más enamorados del mismo. Esperamos que os hayan gustado y que no tardéis demasiado en conocerlos.

Más información sobre el valle aquí.
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martes, 5 de agosto de 2014

Congosto del Entremón

Salida del Congosto del Entremón
Hace algún tiempo mencionamos el Congosto del Entremón en un artículo llamado ‘Defensas de altura’, en el que hablábamos de la ruta que asciende al conjunto de Samitier.

El día que realizamos esa ruta supimos que tendríamos que volver para realizar el sendero del Entremón. Las vistas que desde el castillo se divisaban no nos dieron lugar a dudas. Y la semana pasada pudimos disfrutar de este camino.

Hasta la construcción de la presa del embalse de Mediano en 1959, el Entremón fue un paso muy temido por los navateros del Sobrarbe. Sus remolinos, sus rápidos y el alto riesgo de chocar con sus rocas lo hacían muy peligroso. En época de mayencos, éstos hombres descendían el río Cinca en las navatas para transportar la madera de las mismas desde los Pirineos hasta zonas bajas para su posterior venta.

Hoy se trata de un desfiladero por el que discurre remansado el río, entre los embalses de Mediano y de El Grado. Andamos por un sendero estrecho y agradable, de tres kilómetros de longitud (sin contar la vuelta), en algunos tramos excavado en la roca, muy fresco y sombrío sin apenas desnivel ideal para realizar en familia.

Cueva de las Palomas
Partimos de las inmediaciones de Ligüerre de Cinca, en concreto desde el puente que cruza el río en dirección hacia Palo y el valle de La Fueva. En un pequeño aparcamiento nada más cruzar el puente dejamos el coche y nos encontramos unos paneles informativos sobre la ruta.

Iniciamos nuestro camino recorriendo la carretera unos 150 metros hasta que encontramos a la izquierda unos postes señalizados que nos adentran en el estrecho. Hoy recorremos el Sendero Histórico GR-1 con destino a Humo de Muro y su ruta ornitológica.

Turquesas del Cinca 
Tras un inicio en ligero ascenso la panorámica se va abriendo ante nosotros, divisando Ligüerre de Cinca y la cabecera del embalse de El Grado, algo bajo de caudal.

Poco a poco nos introducimos en el cañón, erosionado durante siglos por el agua, hasta llegar al primer punto de interés, la Cueva de las Palomas. A lo alto sobre sus paredes, casi desapercibido, encontramos el conjunto de Samitier (s. XI), formado por la iglesia y el castillo, que nos acompañará durante la ruta.

Este tramo es el más estrecho, pero no por ello complicado. Con prestar atención a nuestros pasos no tendremos problemas para superarlo. Continuamos avanzando y el estrecho se va abriendo poco a poco, mostrándonos toda su belleza. Llegaremos en unos minutos al lugar más espectacular y más peligroso de la ruta, conocido como el Paso de la Media Caña.

Este paso fue excavado en la roca por el hombre hace siglos, dada la imposibilidad de un camino alternativo por la verticalidad de sus paredes. Es difícil imaginar lo duro que debió de resultar esta tarea y el tiempo que tardaron en realizarla. Merece la pena detenerse unos minutos, el mejor lugar para divisar las azuladas aguas del Cinca y su fluir por el Congosto.

Presa de Mediano
Tras contemplar la panorámica, seguimos camino hacia la presa del embalse de Mediano. Un nuevo paso provisto con cinco peldaños metálicos nos facilitará el progreso. Superaremos las muchas torrenteras de piedras (pedrizas) del camino y llegaremos a un panel que nos indica el fin de la ruta ornitológica.

A partir de este punto el sendero pierde belleza, pero nosotros continuamos en corta y dura pendiente por el mismo hasta llegar a una pista que desemboca en la carretera de acceso a la central eléctrica, atravesando varios túneles con detector de presencia que se iluminan conforme vamos avanzando. 

Torre de Mediano
Nada más salir de ellos, nos encontramos a los pies de la presa y subiremos unas escaleras que nos conducen a su parte alta y al final de la ruta.

Resulta sobrecogedor contemplar la punta de la Torre de Mediano en medio del embalse, resistiendo todavía a su cruel pasado. Es difícil no prestar atención unos minutos a tan triste lugar e imaginar lo que para sus gentes supuso el abandono de su pueblo para la construcción de este embalse. A lo lejos, Aínsa, la Peña Montañesa, los Sestrales y las Tres Sorores nos reciben.

El Paso de la Media Caña
La vuelta la realizamos por el mismo camino aunque se puede hacer circular, regresando por la margen derecha del río. Es un sendero pendiente de limpieza que no está recuperado totalmente y que fue el utilizado para la construcción de la presa de Mediano.

Si no se conoce la historia de Mediano, merece la pena ver el documental titulado ‘Mediano, la memoria ahogada’, en el que se detalla el duro pasado del pueblo con testimonios de antiguos vecinos que sufrieron en primera persona lo que ocurrió la noche tuvieron que marchar para siempre de sus casas dejando en ellas toda una vida. Esa fatídica noche del 29 de abril de 1969.