San Pedro de Lárrede |
A orillas del Gállego, entre los siglos X y XI, cristalizó
un románico primitivo muy peculiar gracias a la conjunción de elementos de la
tradición visigótica local, aportes mozárabes e influencias románico-lombardas,
que dio lugar al grupo de iglesias del Serrablo o del círculo larredense.
Ubicadas entorno a Sabiñánigo, en
la margen izquierda del río y diseminadas por muchos rincones, fueron
levantadas hace más del mil años y rescatadas del olvido por la Asociación
Amigos del Serrablo, que las puso en valor como se merecían, siendo
declaradas en conjunto Bien de Interés Cultural en 1982.
Lárrede. Casa Isábal |
Todas se caracterizan por su
homogeneidad en cuanto a fórmulas constructivas y decorativas. Inicialmente, la
gran mayoría de ellas fueron de nave única con techumbre de madera a dos aguas y
ábside semicircular, rematadas por una torre-campanario.
Esta ruta la componen 14
iglesias ubicadas en Gavín, Espierre, Otal, Basarán
(trasladada en la década de los años 70 a Formigal), Susín, Orós Bajo, Oliván,
San Juan de Busa, Lárrede, Satué, Isún de Basa, Arto, Lasieso y
Ordovés, sin olvidar otros monumentos catalogados como románico rural como las
iglesias de San Miguel de Orna y Latre y San Juan de Orús.
San Juan de Busa. Al fondo, Punta Güé |
Como lo nuestro son los senderos,
en el camino que os detallamos hoy sólo vamos a conocer cuatro de ellas, haciendo una ruta circular sencilla y muy, muy bonita.
Iniciamos el camino en el
espléndido pueblo de Lárrede (830 metros), junto a la iglesia románica de San Pedro (s. X-XI),
el mejor y más representativo ejemplo de todo este conjunto de iglesias,
declarada Monumento Nacional en 1931.
Junto a ella, se encuentra una de
las casas fuertes del pueblo, Casa Isábal (s. XVII) que, con su chaminera
troncocónica, sus escudos de armas tallados en piedra y su suelo de cantos
rodados forma, junto con la abadía y la iglesia, un conjunto arquitectónico de
gran belleza.
San Juan de Busa. Al fondo, Oliván |
Salimos del pueblo en dirección
norte siguiendo el GR-16 que, en estos primeros compases, discurre por
carretera asfaltada. En 20 minutos nos toparemos con otra pintoresca ermita, la
de San Juan de Busa (s. X), considerada una versión simplificada de la de
Lárrede.
Solitaria en una pradera y, muy
probablemente, antigua parroquial de un pueblo desaparecido, fue restaurada por
la Asociación Amigos del Serrablo y reinaugurada en 1977. Llama la atención el
acabado de su tejado, en forma de quilla de barco, y la ausencia de
torre-campanario.
San Martín de Oliván |
Tras visitarla seguimos por la
carretera para, un poco más adelante, desviarnos a la derecha para continuar el
trazado del GR-16 por una pista que se dirige hacia la cercana población de Oliván (890 metros).
Muy
cerca de su casco urbano hay un panel informativo de los senderos GR-16
(sendero del Serrablo) y GR-15 (senda Prepirenaica), los cuales se unirán en
Biescas para continuar su camino por separado.
Al este, ya vemos, en lo alto de
la montaña, la villa de Susín pero antes visitaremos Oliván y su iglesia de San
Martín (s. XI - 1060), otra joya del románico serrablés restaurada
profundamente en el s. XVI, donde llegamos tras menos de una hora contando las paradas.
Casa Mallau de Susín. Al fondo, Casa Ramón |
Tras un pequeño paseo por sus
calles, dejaremos el GR-16 para dirigimos hacia el barranco de Oliván por el
PR-HU-3 (15 minutos).
Cruzaremos el barranco por un
puente con una barrera que impide el tránsito de vehículos sin autorización.
Ésta se puede solicitar en el Ayuntamiento de Biescas.
Nada más cruzar el puente, nos
salimos del itinerario normal unos minutos. Nos desviaremos a la izquierda
para acercarnos a unas pozas y un salto ubicados aguas arriba del barranco. Un
rincón ideal para refrescarse en época estival.
Paseando por Susín |
Tras 30 minutos, regresamos al puente para ascender la
pista por el PR-HU-3, que se introduce en Sobrepuerto, hasta la
desviación a Susín, donde tomaremos el PR-HU-4 (10 minutos).
En este punto ya se nota el
trabajo que muchas personas realizan voluntariamente para mantener vivo el
pueblo, rotulando y decorando las señales que nos adentran en un espeso y fresco
bosque que nos dejará en su casco urbano (1065 metros) en 20 minutos y 2 horas y media desde Lárrede.
Susín ha sabido burlar el
abandono y la ruina que se cebó con otros pueblos cercanos de Sobrepuerto, en
los que hoy no hay más que casas espaldadas y recuerdos e historias enterradas
bajo una espesa vegetación.
Santa Eulalia de Susín |
“Mi sueño es que Susín tenga una
restauración auténtica”, decía su última habitante, Angelines Villacampa. Hoy,
su deseo es posible gracias a ella y al trabajo de la Asociación Mallau que, a
base de esfuerzo y sacrificio, lucha por mantener vivo este sueño.
El otoño viste de hojas las
calles. Piedras pintadas con cariño, muros levantados con esfuerzo y flores
cuidadas con mimo nos acompañan en nuestro paseo.
Estamos solos en el pueblo, pero
sentimos la presencia de Angelines. Aunque ya no esté entre nosotros, ella es
la dueña de este lugar y seguro que estará orgullosa de la labor que se está
realizando para conseguir su sueño. Disfrutamos del silencio y sentimos un
profundo respeto por esta tierra.
Susín. Virgen de las Eras |
En el pueblo encontramos dos
ejemplos de casas. Casa Ramón (1875), con todos sus anexos separados de la
vivienda y desperdigados por la zona norte del pueblo y Casa Mallau, antigua
casa-fortaleza cuyo origen se remonta al siglo X-XI, con patio interior y
anexos adheridos a la vivienda, excepto la borda Guardiana (1873), en el
extremo sur próxima al camino que se dirige al despoblado de Casbas de Jaca.
En el centro del casco urbano se
encuentra la herrería, convertida en improvisada oficina de información, donde
tenemos folletos y un libro de firmas donde, lógicamente, dejamos constancia de
nuestra visita y de la gran labor realizada hasta la fecha.
San Juan de Busa y barranco de Oliván |
Su iglesia románica de Santa
Eulalia de Mérida (s. XI) fue reconstruida en el s. XVIII merece una pausada visita y, unos 200 metros al norte, se levanta la ermita de la Virgen
de las Eras, desde donde se divisa el despoblado de Berbusa, deshabitado desde
mediados de la década de los 50.
Saliendo del pueblo en dirección este se
ubican la fuente y el lavadero, cuyo dintel data de 1876, que reciben el agua
del barranco del Repullo.
Desde su privilegiada posición,
Susín se erige como un mirador excelente de la Tierra de Biescas: Oliván,
Escuer y su Torraza (s. XV), Punta Güé (1579 metros), la Peña Oroel (1769 metros), Collarada (2886 metros), la Sierra de la
Partacua… Un lugar especial, soleado, pacífico, donde disfrutar de
la tranquilidad.
Torraza de Lárrede. Al fondo, Peña Oroel |
Es la segunda vez que nos
acercamos a Susín. La primera, en 2014, nos sirvió para conocer el pueblo y sus
alrededores. Esta vez, nos ha servido para captar detalles. Detalles de los que
mucho tienen que ver aquellas personas que, el último fin de semana de cada
mes, se reúnen en el pueblo para realizar trabajos comunales y mantener en pie el
sueño de Angelines.
Tras haber descansado en la pradera
delante de la borda la Guardia y su bonito puente de piedra, comenzamos el
regreso hacia Lárrede por un estrecho sendero colgado en las laderas de Busa
por el que abunda el pino y el boj. Veremos, además, varios robles centenarios
a pie del sendero.
Atardecer sobre la Partacua y Tendeñera |
Volveremos a ver la ermita de San
Juan de Busa, esta vez desde lo alto, apreciando las dimensiones de la pradera
sobre la que está ubicada. También la desembocadura del barranco de Oliván en
el río Gállego.
Los últimos rayos de luz sobre
las sierras de la Partacua y Tendeñera nos acompañaban a medida que el camino
finalizaba, pero aún quedaba lo mejor: disfrutar de una espectacular puesta de
sol desde la Torre del Moro o Torraza de Lárrede (s.XVI), a la que llegamos en
una hora desde Susín.
Homenaje a Angelines |
Este torreón medieval se alza en
un lugar estratégico, a 930 metros de altitud, dominando parte de la Jacetania,
Sabiñánigo y la Tierra de Biescas. Desde él, se observa al oeste la Torraza de
Escuer que, junto a ésta, formaba parte del sistema defensivo de la zona media del Gállego.
Tras cruzar el barranco Peronero sólo nos queda descender de
nuevo a Lárrede, al que llegamos en 15 minutos, poniendo punto y final a una
ruta corta, sencilla, que se puede realizar en familia y de gran riqueza desde
cualquier punto de vista, combinando naturaleza, recuerdos, arquitectura e
historia.
Homenaje al trabajo realizado |
Ver cómo se escondía el sol tras
la silueta de la Peña Oroel fue el colofón a un gran día. ¿Habrá una tercera visita a Susín? Seguro que sí.
A paso lento, la duración ha sido de 6 horas, de las cuales la mitad han sido caminando. Una circular con un total de 11 kilómetros y menos de 300 metros de desnivel positivo, ideal para desconectar de la rutina diaria.
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