Una de las bordas del recorrido |
Regresamos a nuestro querido
Bal de Chistau, uno de los valles pirenaicos que conserva una mayor tradición
ganadera y de explotación de los recursos naturales, algo que le convierte en
ejemplo de la adaptación ancestral del hombre a su entorno.
Esta vez, venimos para adentrarnos en el anexo
y solitario valle que forman los pueblos de Sin, Señés y Serveto
y realizar un recorrido circular por sus bordas.
Las bordas son construcciones
populares que han tenido una importancia decisiva para la economía ganadera de
nuestro Pirineo.
Borda en Señés |
Estas edificaciones de uso
agrícola son las que mejor conservan las características arquitectónicas de la
zona y confieren al paisaje un aspecto peculiar.
Estos tres pueblos forman desde
época remota una particular comunidad de bienes e intereses conocida como La
Comuna o Traseto de Baldexistau, que se encarga de administrar un vasto
territorio común y de ordenar sus pastos y recursos forestales.
El camino comienza en el pueblo
de Serveto (1306 metros), pequeña localidad situada junto al barranco El Mon,
el cual une sus aguas al Cinqueta por debajo del paso de la Inclusa.
Serveto y Peña de San Martín |
El pueblo se ubica al pie de las peñas de Artiés (1642 metros) y San Martín (1792 metros). Éstas separan a
Serveto, Sin y Señés del resto de la Bal de Chistau, conformando el valle de La
Comuna, coronado al norte por el pico l’Orbar (2420 metros).
Aparcamos los vehículos en la
plaza, donde se ubica su iglesia de San Félix, del siglo XVI y remodelada en el
XVII, y comenzamos a caminar. Los primeros metros son por
carretera, siguiendo el GR-19 en dirección a Sin.
Rodeados de bordas y praderas |
En la salida del pueblo,
dejaremos a la derecha la continuación de este GR hacia Plan y Chistén por
Feneplán, por el que regresaremos más tarde.
Pasaremos por delante del
cementerio y de una zona de columpios para, pocos metros más adelante,
encontrarnos con una pista a la derecha frente a unos paneles informativos,
donde abandonamos el GR.
A pesar de las nubes, desde este punto divisamos los pueblos de Serveto, Sin y Saravillo, así como las peñas
de San Martín y Artiés con el paso del Collet de San Martín (1364 metros) entre
ambas, Punta Lierga (2267 metros), La Truesa (1946 metros), la Peña del Mediodía
(2468 metros), el Plan de Sebillún (1440 metros), La Planota (1643 metros) y el pico Pegueras (2045
metros).
Próximos al barranco El Mon |
Esta pista nos adentra en el
deshabitado pueblo de Señés (1370 metros – 15 minutos). Despoblado desde la
década de los 70, todavía se mantienen en pie numerosas casas con sus tejados
de pizarra roja, típicos del valle de Chistau.
Tras un paseo por el mismo, seguimos
camino por el señalizado GR-19.1. El sendero está delimitado por muros de roca y
asciende cómodamente por las extensas praderas de la cuenca del barranco El Mon.
Mirábamos al cielo
constantemente. Las nubes cada vez estaban más bajas y alguna gota comenzaba a
caer pero seguíamos disfrutando de un camino de los de antaño, solitario,
rodeado de prados de altura y bordas ganaderas, muchas de las cuales todavía se
conservan en buen estado.
Siluetas entre las nubes |
Como era de esperar la lluvia
hizo acto de presencia, de modo que tuvimos que aligerar el paso llegando, en poco
menos de una hora y media desde el inicio, al barranco El Mon (1570 metros).
En este punto, abandonamos el
GR-19.1, que cruza este barranco y continúa hacia el collado de la Cruz de
Guardia (2110 metros) rumbo a la valle verde de Bielsa.
Nosotros, sin cruzarlo,
comenzamos a descender por un ancho camino dejando el barranco a nuestra
izquierda.
Serveto, inicio y fin de ruta |
El barranco cruza nuestro camino un
par de veces, la primera a cota de 1480 metros y la segunda unos metros después de enlazar con el mencionado
GR-19 procedente de Chistén (1440 metros), que ya no abandonaremos hasta llegar
de nuevo a Serveto en una hora y cuarto, donde finalizamos esta pequeña
circular.
De bajada al valle, visitamos el
pueblo de Sin (1218 metros), el núcleo más grande de La Comuna. Paseando por
sus calles nos encontramos antiguas casas señoriales y la iglesia de San
Esteban (s. XVI) cuyo interior alberga la momia de Pedro Falceto, más conocido
como Tiburcio, que fue un descendiente de una familia pudiente de la zona.
Sin, a los pies de la Peña Artiés |
En su parte alta se encuentra el
albergue, con capacidad para 30 personas y, próximo a su casco urbano,
encontramos dos edificios etnográficos de reciente restauración: el molino y la
serrería.
Sencilla ruta circular de 6’5
kilómetros con un desnivel acumulado de 360 metros realizada en
poco menos de tres horas contando paradas. Ideal para un tranquilo paseo
mañanero y apta para todos los públicos.
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