lunes, 14 de julio de 2014

Fiesta del Recuerdo. Escartín '14

Iglesia de Escartín (Foto: J.L Sarrate)
Por José Ángel Satué Bartolomé, descendiente de Escartín.

Como cada primer sábado de julio desde 1998, se celebró este año la Fiesta del Recuerdo en Escartín, un pueblo deshabitado del Sobrarbe, en la provincia de Huesca. 

Más de cien personas, entre nacidos, descendientes y amigos nos reunimos ese día; la mayoría llegados a pie desde Bergua, tras unas dos horas de subida mantenida por el sendero, entre ellos los participantes en la 'I Andada del Sobrepuerto' que han recorrido toda la comarca en una maratoniana marcha de dos dias; otros, tras ir botando  en 4x4 durante unos 18 km por  la pista (de ellos, 8 km en muy mal estado, desde la Cruz de Basarán a Escartín) desde Oliván o por Santa Orosia; otros andando desde Fiscal, volviendo a Escartín (1360 metros) tras subir hasta la Manchoya (2030 metros) a controlar sus vacas... todos participando en esta neo-romería, convocada hasta por las redes sociales, como dijo algún intelectual participante.

Paseando por sus calles
Tras refrescarse con  el  agua de la fuente, que este año escasea pues apenas brota del manantial donde surge a unos 600 metros del pueblo, se hizo una misa, oficiada por Don Ricardo Mur, párroco de Tierra de Biescas, Valle de Tena y Sobrepuerto. Tradicionalmente en ella se recuerda a todas las familias y descendientes de Escartín, encendiendo una vela por cada casa y depositándola en un altar lateral. Emocionaba ver hasta tres generaciones de familiares juntos, desde los nacidos allí hasta sus nietos, algunos situados físicamente sobre la tumba de sus antepasados infanzones, enterrados en la iglesia. 

Una vela, una casa representada (Foto: J.L Sarrate)
Tras la misa es el momento de reponer fuerzas, bajo los frondosos árboles que ahora dominan el pueblo, junto a las zarzas y vacas que campan a sus anchas casi todo el año. En las mesas corridas preparadas para la ocasión se juntan familias y amigos que apenas se ven el resto del año, algunos de ellos emigrados hace generaciones al otro lado de los Pirineos, como la familia Giral (padre e hijo, de casa Camarrón) a Clermont-Ferrand, o incluso al otro lado del Atlántico (como la familia de casa Pedro Escartín, a Argentina), venidos para la ocasión y equipados muchos con camisetas de distintos colores con su escudo familiar, fotos de su casa o motivos relacionados, como si fuesen de distintos equipos de fútbol.

Foto de grupo (Foto: Moisés Muñoz)
Surgen allí, tras las preceptivas preguntas formales sobre la familia y la salud, anécdotas y vivencias, se catan y comparten las viandas, incluido el queso, haciendo honor al apodo del pueblo ('comequesos'; por lo famosos que eran los quesos de Escartín, que se usaban como moneda de pago en toda la comarca) y poco a poco el ambiente se relaja, ayudado por el correr del vino de las tradicionales botas, uno de los pocos productos junto con el aceite y la sal que importaba la comarca desde el vecino Somontano. Más tarde llega la hora del café y la torta, aportados por la Asociación de Antiguos Vecinos de Escartín, ahora integrados en el Ayuntamiento de Broto.

Charrada entre bordas
Tras arrancarse Elena, la jotera de casa Buisán, con unas emotivas jotas, la sobremesa se hace corta, pues algunos ya comienzan a recoger los enseres para desandar el camino hasta Bergua, ya más asequible de bajada, porque como se decía antes, ‘tiene más vueltas que el camino de Escartín’.

Los que quedamos aún allí damos una última vuelta por el pueblo, junto con los mayores que lo vieron vivo y ejercen como guías, nombrando cada casa, cada buerda y cada rincón, y nos van contando sus recuerdos, algunas travesuras ya confesables y otros momentos vividos, y rejuvenecen entre risas. 

Atardecer en Escartín
La dureza que se supone que tenía la vida aquí sin agua corriente, luz, calefacción ni carretera sólo aflora cuando se acuerdan de las enfermedades y lo lejos que estaba el médico del pueblo (a tres horas a lomo de caballería, en Fiscal), pero lo bueno siempre domina los recuerdos. Alguien rememora haber escondido en un pajar la antigua vara de madera del maestro de la escuela, con la que se medían los metros y se castigaban las trastadas, y no haberla vuelto a encontrar al subir años después…

Y poco a poco atardece, y salvo la familia O Royo, que se hace fuerte unos días más acampada en su era solanera, al  abrigo de las vacas, los demás vamos bajando de vuelta a la ciudad, a la civilización que acabó con estos pueblos, pero nos permite (sobre) vivir y volver allí de vez en cuando llevados por la nostalgia y el disfrute de estos bellos parajes, de los que nunca nos cansamos.

Portada de la 'Guía de Sobrepuerto'
Al día siguiente, muchos nos volvemos a encontrar en Bergua, donde O Zoque presenta la nueva 'Guía de Sobrepuerto', el libro definitivo para conocer como fue esta tierra y sus gentes, y para entender por qué creemos firmemente que debe protegerse y preservarse este territorio, para su disfrute y conocimiento por las futuras generaciones.

Y mientras la vida sigue en Tierra Baja, el capiscol de Casa Ferrer mira resignado desde su privilegiada atalaya, pensando que si todas esas gentes vuelven al año que viene, tal vez ya no esté el allí para recibirles como merecen.

Casa Ferrer (Foto: J.L Sarrate)
PD. Escartín se despobló, como muchos otros pueblos de la zona, en la década de los 60, debido a la ausencia total de servicios básicos para los habitantes de la zona (carreteras, luz, agua, servicios..) y la industrialización acelerada del entorno geográfico, que absorbía mano de obra  en mucho mejores condiciones laborales y sociales que las del campo o la montaña, con lo que esta sociedad tradicional, de raíces medievales, autosuficiente pero dura y  frágil, desapareció en pocos años, dejando tras de sí una arquitectura en piedra seca, unos bancales,  una cultura y una lengua, recogida en múltiples publicaciones, y un entorno natural privilegiado que creemos debe ser reconocido y valorado como merece, mediante la figura de Paisaje Protegido.

Agradecer a José Ángel Satué Bartolomé por su reportaje y a José Luis Sarrate Buisán y Moisés Muñoz por la cesión de algunas de las fotos publicadas.

2 comentarios:

  1. Extraordinario reportaje. Me recuerda a la comida que celebramos en el pueblo de Bara,( el primer domingo de agosto), la asociación de vecinos de Bara y Miz.
    Misa, jotas, torta, porrones de vino y seguidamente comida de hermandad.
    Nos "obligaron" a irnos la falta de carretera, luz, maestro..., pero no podrán quitarnos los recuerdos ni nuestras raíces. Gracias por el magnifico reportaje.

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    1. Hola Miguel. Quien mejor que José Ángel Satué, descendiente de este bello pueblo, para contarnos que no lo olvidan. Sobrepuerto impresiona y te envuelve esa sensación de silencio y soledad. En pocos sitios puedes sentir lo que el pasado hizo en esta tierra. ¡Un saludo!

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