Giral |
La semana pasada tuvimos el placer de visitar uno de los valles más desconocidos de la Comarca del Sobrarbe pero no exento de belleza e historia.
El valle de la Solana se trata de un valle despoblado
desde la década de los 60. Fue una de las zonas afectadas por la obra fantasma
del embalse de Jánovas, que nunca se llegó a construir. Sus tierras fueron
expropiadas para la repoblación de pinos y sus familias no tuvieron más remedio
que emigrar y empezar de cero sus vidas en otra parte.
Castellar y sus muros |
El valle lo conforman dos barrancos, las Guargas de Cajol y las Guargas de Burgasé, y una gran cantidad de poblaciones como Burgasé, Cajol, Campol, Castellar, Gere, Ginúabel, Giral, Muro de Solana, Puyuelo, San Felices, San Martín de la Solana, Sasé, Semolué, Tricás y Villamana.
Se encuentra situado en la margen izquierda del río Ara y accedimos a él a través de un camino señalizado entre las poblaciones de Fiscal y Boltaña a la altura del puente de las Guargas. No es el único camino para adentrarse en sus entrañas, pero sí que es el que nos va a llevar a conocer el pasado de varias poblaciones que tuvieron vida y una de las vías más importantes en la trashumancia.
Por dos de los despoblados del valle discurre la Vía Pecuaria
de la Solana y del valle de Vió, que comunicaba el Parque Nacional de Ordesa y
Monte Perdido con la ribera de Fiscal y que servía para trasladar el ganado
desde las zonas altas a las bajas y viceversa.
Semolué |
Giral es primer pueblo por el que
pasa la Vía Pecuaria y sus casas se encuentran en torno a una única calle, la
de San Ramón. Según el censo de 1900, llegó a contar con siete casas y ocho
edificios auxiliares. Destaca la iglesia de la Asunción del siglo XVI. A la
entrada del pueblo existe una explanada para vehículos. Vimos un turismo
estacionado, muestra de que a pesar de la cantidad de piedras existentes en el
camino, se puede acceder sin vehículo todoterreno.
Salimos de Giral por la Vía
Pecuaria hasta llegar a Castellar, núcleo que destaca por sus bien trabajados y
conservados muros de piedra que evitaban que el ganado entrase en propiedades
particulares. En su única calle destaca la Iglesia de San Saturnino del siglo
XVI. Llegó a tener seis casas abiertas y otras tantas bordas. Hoy vive aquí una
pareja joven de neorrurales que nos indicaron el sendero para llegar a Semolué.
Cajól |
Nos alejamos ahora de la Vía Pecuaria para tomar un sendero que discurre entre un frondoso bosque. Prestando mucha atención a posibles desviaciones erróneas del camino, descendemos hasta el
despoblado de Semolué. Este es un pequeño pueblo que llegó a tener sólo cinco casas abiertas. Destaca la Iglesia
de San Salvador del siglo XIX, cuya torre está hoy engullida por la vegetación.
Nos encontramos con una persona que vivía aquí y que trabajaba unos cultivos en
la zona baja del pueblo.
Retrocedemos nuestros pasos para
coger la pista que, sin ningún tipo de pérdida, nos lleva directos a Cajol.
Destaca la Iglesia de San Salvador del siglo XVIII en torno a una única calle
que llegó a tener trece casas. No vimos a nadie, pero sí dos vehículos que
hacen pensar que vive alguien en el pueblo.
Burgasé |
Después de reponer fuerzas, seguimos la marcha rumbo a Burgasé, volviendo a enlazar con la Vía Pecuaria hasta las inmediaciones del Cuello de Burgasé, pasando por la mallata de Alseto.
Junto con Sasé y Cajol, Burgasé
fue cabecera de valle y uno de los pueblos más importantes de toda la Solana. Destaca
su Iglesia parroquial de la Asunción del siglo XVI que fue reformada en el
XVIII. Junto a la misma se alza su esconjuradero
del siglo XVII, uno de los pocos que quedan en pie en el Sobrarbe. El pueblo llegó a
tener treinta casas y escuela. Posee una fuente que data del año 1928 y que fue
remodelada en el año 2005 en homenaje a Antonio Garcés, vecino del pueblo que
fue asesinado en el campo de exterminio austriaco de Mauthausen-Gusen.
Burgasé |
La escasa luz del día que quedaba
nos impidió fotografiar bien el pequeño pueblo de Gere. Lo más llamativo es su
Iglesia de San Saturnino que data del siglo XII. Había cultivos en la parte
baja y un invernadero, por lo que alguien vive allí.
La Solana es un valle muy extenso
lleno de recuerdos y pequeños detalles. Aún nos queda un duro camino por
recorrer para poder conocer todos los rincones de este poco conocido lugar. A pesar de
estar ‘casi’ deshabitado, se siente todavía la memoria de los que aquí
construyeron parte de su vida.
Fuentes:
Más fotos en: http://www.pinterest.com/huellaenlanieve
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