Otoño en Muro de Solana |
De nuevo regresamos a la soledad
del valle de la Solana para realizar una circular uniendo los despoblados de
Tricás, Ginuábel y Muro de Solana.
Estos tres núcleos fueron
expropiados para la repoblación de pinos que evitaran la erosión de la ladera y la posible colmatación
del proyectado embalse de Jánovas que, afortunadamente, nunca se llegó a
construir.
Las gentes de estos pueblos, como
las del resto del valle, se vieron forzadas a vender sus casas al Patrimonio
Forestal del Estado aceptando el poco dinero que les daban por ellas para invertirlo
en busca de una mejor calidad de vida en lugares más desarrollados y con mejor futuro.
Ascendiendo hacia Tricás |
Desde Fiscal cogemos dirección Aínsa hasta llegar al desvío de Ligüerre de Ara (730 metros), donde aparcamos
en una explanada junto a un panel informativo de rutas que podemos realizar por
la zona.
Comenzamos a caminar por el arcén
de la carretera hacia Aínsa durante 2 kilómetros, dejando los pueblos
de Javierre y Santa Olaria a la izquierda. Hemos de extremar la precaución por el
tráfico y la estrechez de la calzada.
El engullido despoblado de Tricás |
En 20 minutos enlazaremos con una
pista a la izquierda (705 metros) que nos adentra en el valle de la Solana,
encontrando en su inicio información sobre varias rutas de BTT de la Zona Zero.
La pista comienza a ganar altura de
forma cómoda entre robles, carrascas y boj. Pasaremos por una cantera en activo
y seguiremos la margen derecha del barranco de Yasa hasta cruzarlo por un
pequeño puente (875 metros).
Rodeados de un extenso pinar de
repoblación la pista va aumentando la pendiente para, tras poco más de una hora
de camino, llegar a una bifurcación sin señalizar (945 metros) en la que
dejaremos por momentos la pista principal para seguir por la derecha hacia
Tricás.
Tricás. Iglesia de Santa Águeda y Santa Inés |
Metros antes de llegar al mismo, bajo
el Tozal d’a Basa, seguiremos por la derecha en otro cruce de pistas sin
señalizar (975 metros).
Escondido entre pinos repoblados
se alza lo poco que queda en pie en Tricás (960 metros). Fue uno de los pueblos
más pequeños del valle de la Solana. En el siglo XX mantuvo 6 casas abiertas y quedó deshabitado a finales de la década de los 50.
Su edificio más destacado es la
iglesia de Santa Águeda y Santa Inés (s. XVI) que, como todo el núcleo, se
encuentra engullido por la maleza y en estado ruinoso esperando su triste final.
Tricás. Trasera de la iglesia de Santa Águeda y Santa Inés |
Tras la visita regresaremos a la
pista principal para continuar nuestro recorrido. En la ladera opuesta podemos
intuir el despoblado de Ginuábel, que será nuestra siguiente parada.
La pista asciende con amplias
lazadas atravesando antiguos bancales de cultivo, hoy llenos de pinos de
repoblación, bien delimitados por restos de muros de piedra.
Las carrascas y los robles irán apareciendo antes de llegar a un poste de madera que indica el
descenso hacia Lacort (1090 metros), el cual obviaremos para continuar la pista
en dirección a Muro y la ermita de Santiago.
Despoblado de Tricás |
A nuestra derecha comenzaremos a
ver el barranco de las Guargas y los núcleos de Giral, Castellar, Semolué, Campol,
San Felices y San Martín de la Solana, así como Nabaín, la Peña Montañesa y la
sierra de Bolave.
Tras 2 horas y media de camino
llegaremos a un collado donde encontraremos una bifurcación (1195 metros), en
la que seguiremos las placas de BTT que cogen la pista de la izquierda. La
pista de la derecha se dirige al despoblado de Cajol.
Ginuábel. Casa Agustina e iglesia de Santiago |
Nuestra pista vuelve a cruzar el
barranco de Yasa (1210 metros) para cambiar de vertiente y dirigirse a Ginuábel
entre pinos de repoblación.
Dejaremos atrás una barrera antes
de llegar a un nuevo cruce de pistas (1225 metros), en el que continuaremos por la izquierda dejando la pista principal a la derecha.
En 20 minutos desde el collado llegaremos a
Ginuábel (1170 metros), donde encontramos calles engullidas por la maleza,
alguna borda restaurada y trabajadas huertas. No vimos a nadie pero todo hace
indicar que está habitado.
Ginuábel. Casa Castillo, abrazada por la maleza |
Su caserío se halla semioculto
entre una densa masa forestal y, debido a su complicada orografía, se cultivaba
a base de terrazas, fajas y bancales para aprovechar al máximo el terreno.
Ginuábel tuvo 8 casas abiertas el
pasado siglo y también escuela, a la que acudían los niños del pueblo y los del
cercano Muro de Solana.
A pesar de llegar la luz
eléctrica en 1945 procedente del molino de Jánovas, el pueblo se quedó
completamente vacío en 1963 cuando Casa Périz cerró definitivamente sus
puertas.
Caserío y huertas de Ginuábel |
En su plaza destaca la iglesia
parroquial de Santiago (s. XVI), en cuyo interior podemos observar restos de
pinturas murales en las paredes y en la cúpula.
Junto a la misma se alza Casa
Agustina (s. XIX), levantada a partir de una antigua torre defensiva del s.
XVII, con una chaminera que aún resiste el paso del tiempo.
A escasos metros se encuentran el
pozo y la fuente, que no era potable y era utilizada para los animales. Las
gentes del pueblo se abastecían de numerosas fuentes cercanas.
Eras y bordas de Casa Dueso, en la parte alta de Muro |
Una vez visitado Ginuábel hemos
de regresar de nuevo a la pista principal para continuar el camino hacia Muro
de la Solana.
En otro cruce, dejaremos una pista a la derecha (1250 metros) que se dirige a la ermita de Santiago y
pasaremos junto a un abandonado Land Rover (1275 metros).
Disfrutaremos de amplias vistas
hacia el Congosto de Jánovas y Nabaín con la sierra de Campanué al fondo. Con
vista, también divisaremos los Sestrales, Cotiella, Punta Lierga y parte del
sector de Ordesa.
Muro de Solana. Iglesia de Santa María |
Poco a poco iremos volviendo a la
vertiente del Ara oteando la ribera de Fiscal, mientras que el boj vuelve a aparecer entre la predominancia del pino.
Distinguimos Jánovas, Albella y
su ermita de San Úrbez, Planillo, San Felices y Ligüerre de Ara, Borrastre, San
Juste, Fiscal, la Peña Canciás y las sierras de Galardón y Berroy.
También veremos, estratégicamente
situado en lo alto de un cerro y dominando el valle del Ara, el despoblado de
Muro de Solana al que llegaremos en una hora desde Ginuábel.
Muro de Solana. Chaminera con la sierra Coronas de fondo |
Encontraremos un camino que nos
acerca hasta sus casas (1190 metros), dejando de forma definitiva la pista principal
en dirección a Sasé.
Muro fue deshabitado a principios
de los 60 y tuvo sólo 4 casas que se disponían en una única calle, la de San
Pedro. Paseando por ella encontramos numerosos dinteles, pasadizos de piedra y
alguna chaminera resistiendo.
La luz, procedente de Fiscal, les
llegó antes de la Guerra Civil y la fuente más cercana se encontraba en el
camino de Sasé a unos 20 minutos del pueblo, adonde acudían a lavar la ropa.
Muro de Solana. Calle de San Pedro y Casa Matías |
Destaca la iglesia románica de
Santa María (s. XIII), en cuyo dintel de entrada está inscrito el año 1789 y a
cuya torre se adosa un edificio de dos plantas que se utilizó como herrería
(inferior) y como escuela a final del siglo XIX y principio del XX (superior).
Desde su zona más elevada veremos
el despoblado de Sasé en la ladera opuesta del barranco de Llardó y la sierra Coronas con su techo Suerio.
Desde Muro iniciaremos el regreso
por un bello camino de herradura que, inicialmente entre muros, irá perdiendo
metros por medio de lazadas hacia el barranco de Llardó o de Santiago, pasando
junto a una borda.
Borda en el camino próximo a la carretera |
En menos de una hora desde Muro y
entre boj, carrasca y pino alcanzaremos de nuevo la carretera (745 metros), que
seguiremos en dirección a Aínsa hasta llegar al desvío de Ligüerre de Ara,
donde habíamos dejado el coche.
Ruta circular de 18 kilómetros de
distancia con un desnivel positivo acumulado de 750 metros realizada en poco
menos de 5 horas sin contar paradas.
Ribera de Fiscal y Ligüerre de Ara |
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